domingo, 15 de abril de 2012

Aranzadi investiga los restos de varias exhumaciones de la Guerra Civil, realizadas en Soria y Burgos

13/04/2012

Miembros del Departamento de Antropología física han trabajado estos días en las exhumaciones de distintas fosas de la Guerra Civil, situadas en las localidades de Montenegro de Cameros (Soria) y Espinosa de los Monteros (Burgos).
El Departamento de Antropología  ha trabajado muy duro durante estos días en la exhumación de restos de la Guerra Civil. En esta ocasión primeramente  comenzaron los trabajos en Espinosa de los Monteros. En un rectángulo de apenas 8 metros cuadrados donde se cuentan nueve esqueletos, todos boca abajo; uno de ellos al parecer de un chico de 16 años. Entre la tierra rojiza, a un metro de profundidad, las botas que llevaban el 20 de octubre de 1936, las víctimas asesinadas por los falangistas en Espinosa de los Monteros (Burgos), han aparecido bien conservadas.  Además,  a sólo 200 metros, hay otra fosa con los restos de cuatro mujeres.
El equipo de especialistas lo encabeza el forense y Presidente de Aranzadi, Francisco Etxeberria, a los que se ha unido un grupo de 30 alumnos de la Universidad del País Vasco (UPV) y de la Autónoma de Madrid. Según Etxeberria, " todos tienen disparos de bala en el cráneo con entrada por la parte trasera, y muchos muestran roturas de huesos de piernas y brazos por efecto de los golpes. Sus familiares podrán recoger algunos efectos personales encontrados en la zona como zapatos, hebillas, un mechero, botones… ".
Los familiares de Celestino Zorrilla Baranda, agricultor y propietario de una fábrica de alpargatas, y Amelia Cano, nuera del primero, han promovido la exhumación de los cadáveres para «darles un entierro digno». El abuelo Celestino pasó por la prisión de Espinosa, Villarcayo y Burgos y supuestamente quedó en libertad, pero apenas le duró unos días hasta que fue asaltado y conducido a una muerte impune. Francisco Etxeberria, «Solo hay dos o tres fosas en toda España -alcanzan ya las 300 exhumadas con 6.000 cadáveres- que se ubican en el casco urbano, dado que lo habitual era irse a parajes alejados». Ésta se ocultaba bajo el jardín de una casa y parte de la acera.
Por otro lado, en la provincia de Soria se ha trabajado en la exhumación de los restos de al menos seis varones. La fosa se encontraba junto a un muro del coqueto cementerio del municipio limítrofe de Montenegro de Cameros (Soria). Nadie dudaba de que estaban allí. Al perecer,  cuatro eran de Torrecilla en Cameros (Toribio Ruiz Martínez de Pinillos, Pedro Soldevilla Gorostiaga, Agustín Velilla López y Vicente Velilla Vilda), otros cuatro procedían de Nieva de Cameros (Eleuterio Barrios Fernández, Pascual López Pascual, Francisco Marín González y Manuel Sáenz Ibáñez) y el noveno residía en Pradillo. Respondía al nombre de Santos Velilla Palacios.
En la noche del 25 de septiembre de 1936, estos nueve varones –con edades comprendidas entre los 21 y los 51 años– fueron sacados de la cárcel deTorrecilla y conducidos en un camión hasta la vecina provincia de Soria. Viajaba un décimo apresado, Juan Barrios, hermano de Eleuterio, quien logró escapar cuando el vehículo paró en el paraje de Las Rozas, a poco más de dos kilómetros de la frontera con La Rioja.
La Asociación La Barranca para la Preservación de la Memoria Histórica ha impulsado la exhumación de los restos deestos nueve hombres, con el apoyo técnico de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la colaboración del Ayuntamiento soriano. Hasta llegar a esto, el proceso no ha resultado sencillo.
Como destaca el director técnico del desenterramiento y profesor en Medicina Forense, Francisco Etxeberria, esta tarea ha requerido de forma previa «un estudio histórico y una recogida de testimonios». Luego, los hechos han confirmado lo que se intuía. Han emergido los restos de al menos seis varones, revueltos y fragmentados, porque el lugar ha sufrido alteraciones por la reutilización del espacio del camposanto. «Dos fragmentos craneales presentan lesiones características del paso de un proyectil de arma de fuego, lo que ratifica la hipótesis de la muerte violenta de estas personas», constata Etxeberria.
Los restos de los asesinados se analizarán en el laboratorio de Antropología Forense de la Universidad del País Vasco, en San Sebastián, y serán sometidos a estudios de ADN para determinar sus identidades. Más tarde se entregarán a las familias, quienes podrán cerrar este capítulo de su amargo pasado.

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